¿ENCARCELADOS?
Desde jóvenes inconformes con las reglas de su familia a los casos más críticos de personas enfermas, o que tienen que cumplir una sentencia, la cárcel no es el lugar más deseado para nadie. Es el sentirse limitado. En estos días hay personas que no cambian de trabajo por temor a luego quedarse en la calle. Esposas que sufren a un marido porque no podrían mantenerse solas.
¿Qué hacer cuando nos encontramos entre cuatro paredes? (ya sean físicas o no). Salmo 107:14 dice que Dios rompe prisiones. Él es poderoso para libertarnos. Pero mientras tanto, recordemos el ejemplo de José y de Pablo. En la cárcel, Jehová prosperaba todo lo que hacia José. Dios estaba con José en la cárcel, por eso sobresalía.
Gen. 39:20 nos dice que José estaba con "los presos del rey". Mire a su alrededor. No es la única, está en buena compañía.
La pregunta es: ¿Qué puedo hacer mientras estoy en esta situación?
En Hechos 16:25, Pablo oraba y cantaba. Teniendo un poco más de libertad, José hacia "venir el reino" a ese lugar de oscuridad. Se habla del "toque femenino" que damos las mujeres a un lugar.
¿Qué tal el "toque cristiano", o podemos decir, el toque del Espíritu Santo? Eso era lo que José hacia en la prisión: él llevaba un mundo mejor en su corazón, y lo expresaba en todas sus acciones. El Espíritu Santo está en nosotros para darnos sabiduría, para capacitarnos a hacer las cosas con lo que tenemos disponible. No podemos huir de los problemas; tenemos que lidiar con ellos. Al igual que José estamos siendo preparados; estamos siendo pulidos. No desesperemos. Pero si quiere, siempre puede preguntarle al Señor qué hacer para ser libre: Él tiene herramientas que nosotros ni nos imaginamos. Isaías 51:14 dice: “El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan.” En las manos del Señor, de crisálidas, saldremos como mariposas, a un nuevo nivel. Pronto. Dios le bendiga.
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